OPINIÓN: Un día sin políticos
- @_ESaavedra
- 30 abr 2015
- 2 Min. de lectura

¿Qué pasaría si un día despertamos y la clase política de este país ha desaparecido?
Imagináte el siguiente escenario: Un día cualquiera te levantas, sales a trabajar, estudiar o a realizar tus actividades cotidianas. Enciendes la televisión, el radio o revisas Twitter y Facebook enterándote que no hay ninguna nota, columna o reportaje haciendo referencia a los políticos mexicanos. ¿Qué harías?, seguramente brincarías de felicidad y una desbordante alegría te recorrería hasta la más minúscula y recóndita célula de tu cuerpo.
Sin embargo no todo sería tan bueno como parece , es sumamente fácil –y válido- decir que los políticos no sirven, que sólo perjudican al país, que son unos ladrones y demás adjetivos calificativos de los que la clase política se ha hecho acreedora con justa razón, pero ¿te imaginas la crisis nacional que se vendría si tan solo la figura presidencial, los gobernadores y sus respectivos gabinetes se esfumaran de la faz de este país? ya ni decir de los legisladores.
Justificar su existencia no significa acreditar su actuar.
En últimos días he leído especialmente en Twitter a personas que aseguran que los políticos deben desaparecer sí o sí; sin importar todas las implicaciones subsecuentes que esto representa. Los políticos son muy importantes para este país y para todos, no importa si son monarquías o repúblicas, si poseen una figura presidencial o un primer ministro; no debemos perder de vista que son personas tan comunes como tú y como yo. El problema de este país –y de otros más- es que las figuras de los políticos han ido convirtiéndose en figuras dignas de adulación, respeto y encumbramiento.
El político debe ser una figura que ayude, una persona que conozca lo suficiente de la maquinaria política como para profesionalizarla, debe ser alguien con principios y valores; deben ser hombres –no en el sentido de género- virtuosos como desde la época de Platón ya se exigía. Es necesario desarraigar y destruir todos los peldaños cívicos en los que la clase política se ha posicionado para ver al pueblo hacía abajo y sin respeto.
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La propuesta es construir ciudadanos dignos, respetables, con honor, con fuerza de voluntad y sobretodo con profundo amor a su patria. Eliminemos a los gandallas, vividores, flojos y que sólo se representan a si mismos y a sus intereses; nuestra arma no funciona con pólvora, nuestra arma es racional y nadie nos la debe quitar, nuestra arma se llama voto. Votar no es sólo tachar un pedazo de papel con nombres de partidos y muchos colores, votar es un acto inmaculado que pretende colocar a verdaderos políticos al servicio de este país.
Así que le propongo quitarse la idea –si es que la tiene- de eliminar a todos y cada uno de los políticos de México, mejor hagamos ejercer nuestro derecho, nuestra arma y salgamos a votar por quien sí nos representa, no sé, piénselo.