COLUMNA: ¿Desde cuándo nos importan tanto las primeras damas?
- @Renbyh
- 19 abr 2015
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Cuando se habla de política, el tema generalmente, implica una mayor participación masculina, pues ellos, cómo lo expuso Robert Dahl, teórico de la Ciencia Política, poseen recursos físicos que conllevan mayor fuerza. Aunque un tema ha cobrado relevancia en torno a las relaciones personales de los gobernantes.
Mucho se cuestiona ahora a la figura de la primera dama, y es que es bien sabido por todos que Angélica Rivera de Peña, tiene un “obscuro” pasado, tal vez no sería considerado como tal de no ser por el papel que desempeñaron sus antecesoras. La señora Rivera, se ha visto inmersa en una serie de escándalos a causa de sus despilfarros económicos, pero lamento decirles que no fue la primera. También está Carmen Romano, la esposa de López Portillo. Pero antes de continuar, es pertinente preguntarse ¿desde cuándo resulta importante la primera dama?
La respuesta se encuentra en una de las mujeres que se asumió no sólo como la esposa del presidente, también como una ciudadana más, me refiero a María Esther Zuno, cónyuge del presidente Luis Echeverría (1970-1976). Tal pareciera que su historia es como de novela, se conocieron en la casa de Diego Rivera, y según Krauze, Luis salía con la hija de Rivera. Echeverría quedó impresionado con el nacionalismo de María Esther, que gustaba de vestir blusas bordadas.
Al llegar al poder, ella inicia con un gran trabajo social, con los antecedentes de lo que hoy conocemos como el DIF, además de ser un apoyo para el presidente en las visitas de Estado, en las que se servía agua de jamaica y se vestía trajes típicos. Ella misma decía: “todas las mujeres son las primeras damas de su casa, yo soy la compañera del presidente”.
Después de ella, siguieron muchas mujeres, en las que se cuenta la tan afamada Margarita Zavala de Calderón, que también es recordada por su nacionalismo, por su discreción, sobriedad y su trabajo social, especialmente con la infancia migrante no acompañada. Como se observa, ese sitio no es fácil de ocupar, ya que las comparaciones pueden ser muchas y máxime si se sale de las filas de Televisa y no de las del Partido Acción Nacional o de la casa de Diego Rivera.
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Nuestra actual primera dama, pasa desapercibida por su trabajo social, por su papel durante las visitas de Estado (salvo su guardarropa en su visita a Gran Bretaña), pero no así por sus inmuebles, su postura ante las cámaras por los gastos excesivos que genera para la nación. Lo cierto es que al principio, lo que llamaba la atención, justo era su popularidad por actuar en novelas como “Destilando amor” y que también fueron la causa de su desgracia, pues se le ve como una mujer sin preparación e incapaz de asumir la responsabilidad que implica ser primera dama, como quedó demostrado el día que dio la cara a nivel nacional para explicar el conflicto de intereses.
Esperemos que el futuro matrimonio del “Güero” Velasco con Anahí, no pinte para lo mismo que con la “Gaviota” en el estado de Chiapas. También, que la sucesora de Rivera dignifique no sólo el papel de la mujer, también el de la primera dama.