Mundial de Brasil… susurro amazónico.
- caferadioc
- 16 jun 2014
- 3 Min. de lectura
Por: @Ingriiid_mp
Aquel verano de 2006, el mundo se vio conquistado por el corazón de la selección Azzurra. ¿Qué significa una copa del mundo? Es esa mirada de Luca Toni hacia el cielo, antes de cobrar el penal que haría campeón a Italia, ese momento en el que la ilusión convierte al futbolista en niño, y al hincha en rey del mundo, es soñar cada día con una noche increíble, capaz de hacer derramar lágrimas, hasta de los hombres más fríos.
Desde su concepción en 1930, la copa del mundo ha tenido como objetivo ser una fiesta de encuentro entre naciones, donde el balón es protagonista de un espectáculo teñido por la pasión de diversos países, abrazados a su orgullo nacional. Sin embargo en la época contemporánea dicho evento se ha convertido en el sueño del consumo y la mercadotecnia, formando parte de intereses políticos y económicos, incluso se habla de una conversión obscena, pasando de deporte a negocio. De la mano de contrataciones millonarias, contratos con las marcas comerciales más importantes, los futbolistas se han convertido en imágenes comerciales. El mundial de Corea- Japón 2002 vio por primera vez esta tendencia en su máxima expresión, la cual seguiría en marcha hasta el presente mundial: Brasil 2014.
Las pasadas citas realizadas en Alemania y Sudáfrica ocurrieron sin mayores contratiempos, sin embargo la situación cambia cuando dicha contienda se lleva a cabo en un país como Brasil, cuyo apego al futbol es casi religioso, es parte de la sangre de los brasileños, pareciera que los niños en las favelas han nacido con el balón en los pies. Era de esperarse que el país amazónico se esforzara por llevar a cabo un mundial, hecho que no sucede desde 1950 con el famoso Maracanazo, el capítulo más oscuro del futbol brasileño.
No sólo es el juego lo que interviene en la concepción de un mundial, la región de Latinoamérica en su mayoría se ha caracterizado por enfrentar un sinfín de conflictos, cuya relación con este tipo de organizaciones, digamos que ha oscilado hacia los extremos. Por citar algunos sucesos, encontramos los juegos olímpicos de México 1968, aunados a la matanza de Tlatelolco, la selección Chilena y el gobierno de Augusto Pinochet, los jugadores asesinados de la selección Colombiana, entre otros.
Por la concepción tradicional que hemos construido acerca del pueblo brasileño, pareciera que todos se encuentran felices de ser anfitriones de la copa del mundo, por otra parte, esta afirmación dista bastante de la realidad, ya que existe un sector muy grande de la población que se encuentra molesto con el gobierno brasileño a cargo de Dilma Rousseff, acentuándose las protestas durante la copa confederaciones del año pasado, en el que la gente aprovechó la presencia de la prensa mundial para informar acerca de las injusticias cometidas: desalojo, destrucción de viviendas, represión, incremento de precios, gastos escandalosos, corrupción en la organización del evento. No se trataba de ir en contra de la selección o del futbol sino mostrar su descontento al gobierno, cuya imagen pendía de un hilo, ya que la nación brasileña se ha venido perfilando como el gran proyecto de nación sudamericana.
Lo que sucedió en la final de la copa confederaciones Brasil 2013, se convertirá al paso del tiempo en un capítulo memorable en la historia del futbol, antes de ello, algunos integrantes de la selección como Neymar y Dani Álves publicaron mensajes de apoyo al pueblo brasileño, por medio de las redes sociales, así como también el astro Rivaldo declaró que los gastos realizados para la copa del mundo eran obscenos. Los inconformes no tardaron en trasladar las protestas hacia el mítico estadio de Maracaná. Llegó el momento del himno nacional verdeamarela, en pocos instantes fue tal el estruendo del público, tanto de adentro como de afuera, que se enchinaba la piel al escucharlo, era el pueblo unido profundamente a su selección, y su selección al pueblo, a pesar de todo.
Para el mundial, la situación no ha cambiado, entre huelgas, agitación por parte de inconformes, bloqueos, en un clima de censura hacia todo aquello que pudiera señalar a Brasil como un país con problemáticas descontroladas. El evento se encuentra lejos de ser una fiesta del pueblo, sino más bien es un festín de invasión extranjera en tierras sudamericanas. Distante de ser una ceremonia donde reinan la paz, la cultura el nacionalismo y la hermandad, en contra parte domina el miedo, la opresión, la injustica, y el caos. No se trata de juzgar al futbol, ni a las selecciones participantes, ya que los futbolistas realizan únicamente su trabajo, se trata del manejo obsesivo de la organización mundialista, en todos los aspectos, el descuido hacia su población, la informalidad en las obras. Tal pareciera que después del mundial Brasil quedará arrasado, eso sin dejar de mencionar los juegos olímpicos de Río de Janeiro, en los cuales sería lógico prever que sucederá algo similar.