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¡Cuidado con el “coco”!

  • caferadioc
  • 9 abr 2014
  • 2 Min. de lectura

El estrés es un monstruo para nuestra salud.

Por: @Yaz_Marquez

Para comprender y hacer un mejor uso de nuestros recursos mentales tenemos que reconocer cuán limitada es nuestra percepción de los sentidos físicos sin perder perspectiva de cómo la dimensión exterior conforma también parte de la unidad que somos.


No podemos negar que gran parte de los problemas de salud que nos aquejan son consecuencia de un desequilibrio fisiológico. Cuando nos sentimos físicamente mal, esto afecta nuestro estado de ánimo, nos hace sentir un poco bajos de energía y parece limitarnos en la motivación en aquellas actividades que normalmente realizamos con entusiasmo.


El estrés es el más claro ejemplo de cómo afectamos nuestra salud por el tipo de manejo que hagamos de nuestra dimensión interior. En la actualidad todos entendemos la palabra estrés como sinónimo de tensión, falta de control emocional, cansancio o causante de enfermedad.


La palabra stress (surgida en el idioma inglés) se comenzó a usar en la revolución industrial al referirse al desgaste que sufren las piezas de una máquina por el uso y la fracción. Fue el fisiólogo, doctor Walter B. Cannon quien usó la palabra stress para referirse al desgaste de un cuerpo.


Tiempo después el doctor Hans Selye investigó sobre los efectos del estrés en nuestra vida. Selye descubrió que en todos los seres humanos existía un mecanismo interno de respuesta ante los cambios, y por ende, ante las situaciones de tensión.


El estrés no es nuestro enemigo, pues representa una respuesta de supervivencia de todos los seres vivos, una respuesta que establece el equilibrio en nuestros procesos internos cuando se disparan un conjunto de síntomas que afectan en forma general al cuerpo y que se presenta cuando existe la necesidad de adaptarse a un cambio.


Los seres humanos hemos tenido esta respuesta desde que aparecimos en este planeta, sin embargo, la abrumadora demanda de cambio nos exige una excesiva y constante adaptación y es lo que más influye para que el estrés, un mecanismo natural de defensa, se haya convertido en la mayor amenaza para nuestra salud.


Existen dos tipos de estrés dependiendo de si nuestra adaptación es adecuada (eutrés) o inadecuada (distrés). Siendo el estrés un mecanismo natural de adaptación podríamos pensar que se definirá como eutrés o distrés (dependiendo del estímulo que estamos enfrentando), pero la realidad es que una buena o mala adaptación no depende de lo que nos sucede sino de cómo reaccionamos ante lo que nos sucede.


Con esta cuestión dejamos evidente el efecto psicosomático de que la mente afecta al cuerpo para bien o para mal. Es nuestro pensamiento el que determina nuestras actitudes y reacciones. La clave es generar un pensamiento emprendedor que produzca acción y resultado, es decir, saber guiar y conducir nuestra forma de pensar. Nuestro manejo del estrés puede significar la diferencia entre la salud y la enfermedad.

 
 
 
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